El cuerpo que no soporta el ruido de lo ajeno
Siempre me pregunté por qué me duelen los lugares ruidosos. Por qué siento una opresión en el pecho cuando entro a un vagón atestado, por qué me baja la energía en un pasillo abarrotado, por qué el volumen de la gente me satura más rápido que el sonido de una alarma.
Me tomó años entender que no es solo una cuestión de estímulo sensorial, sino de trauma …
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