El día que dejé de esperar que alguien lo hiciera por mí
Durante mucho tiempo, me encontré atrapado en una coreografía invisible. Una danza sutil, paciente y muda. No bailaba por gusto, sino por la esperanza de que, en algún momento, alguien me viera. De que ese alguien —fuera quien fuera— interpretara mis silencios, respondiera a mis vacíos, adivinara mis heridas y trajera, sin que yo lo pidiera, justo eso q…
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