El tacto que me devolvió al cuerpo
Un encuentro inesperado y fortuito que me rescató de mi exilio
Durante años, mi cuerpo fue un campo de batalla silencioso.
No tanto por lo que los otros le hicieron, sino por todo lo que yo dejé de hacer por él.
Lo abandoné. Lo maltraté con pensamientos crueles. Lo usé como disfraz, como moneda de cambio, como estorbo.
Y luego me quejaba del espasmo, de la tensión, del ahogo. Pero no entendía que no se trataba de una dolencia. Era un grito.
Era mi cuerpo diciendo: “ya no puedo más con este exilio.”
No sabía que se podía volver.
No sabía que el regreso al cuerpo no era una conquista, ni una dieta, ni una iluminación repentina, sino un gesto tan simple, tan humano y tan vibracional como un abrazo firme.
Y esa noche, sin esperarlo, sin pedirlo, sin idealizarlo… me fue dado.
Continúa leyendo con una prueba gratuita de 7 días
Suscríbete a El Cartógrafo del Fuego para seguir leyendo este post y obtener 7 días de acceso gratis al archivo completo de posts.