Fuego II: El fuego de la palabra
Lo que no dije me dolió más que lo que viví
Hubo un tiempo en el que no sabía que estaba callado.
Hablaba, claro. Hablaba bien. Hablaba mucho.
Decía lo que convenía, lo que gustaba, lo que encajaba.
Pero lo que dolía…
eso se quedaba enredado en alguna parte de la garganta.
No subía. No salía. No se decía.
Y con el tiempo, esa omisión se volvió músculo.
Callar se volvió costumbre.
No era por cobardía.
Era …
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