Fuego III: El fuego del deseo
Aprender a desear sin castigarme
Hubo un tiempo en el que no sabía si lo que sentía era deseo o peligro.
Mi cuerpo reaccionaba. Mi mirada se detenía. Mi imaginación se encendía.
Pero algo en mí apretaba el freno enseguida.
Como si estuviera entrando en un terreno equivocado.
Como si todo deseo naciera ya manchado.
Deseaba, sí. Pero no libremente.
Deseaba con el cuerpo tenso.
Con la culpa a fl…
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