Hay una forma de cansancio que no se parece a ninguna otra. No es físico ni mental. No se alivia con sueño ni con silencio. Es el agotamiento de vivir contra uno mismo. El desgaste de sostener una voz interna que desconfía, que juzga, que nunca alcanza. El peso de saberse acompañado, siempre, por alguien que no te elige del todo. Y ese alguien sos vos.
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