No hay mucho más misterio que ese. Podés tener la fortuna más grande, el cuerpo más hermoso, el amor más tierno, el talento más afilado, pero si no sabés cuidar eso que se te dio —si no sabés honrarlo, atenderlo, sostenerlo—, se va. Se te escapa entre los dedos. Se marchita. Se pudre. Se convierte en otra pérdida más que sumar a la lista. Y lo peor es q…
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